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lunes, 30 de enero de 2012

LOS DESERTORES DE LA PATRIA



 ¿Quiénes y cómo eran los desertores? 

La ausencia de datos nos impide hacer una historia más cabal de esos sujetos durante este período, pero el análisis de algunos casos -conservados en los archivos judiciales y ministeriales- permiten realizar un bosquejo del perfil social de estos hombres que optaron por dar su espalda al naciente Estado nacional. El primer caso dice relación con el teniente de asamblea Diego Guzmán, acusado de insubordinación en 1813. El incidente por el cual Guzmán fue encarcelado en la prisión de Talca, fue la amonestación que hizo en público a los generales José Miguel Carrera y Camilo Vial por los desórdenes y robos que se registraban en el ejército y de lo cual, según Guzmán, ambas autoridades eran responsables. "Pero la arbitrariedad del primero [Vial], acaso conociendo adonde me dirigía, me impuso el precepto de callar", declaró el reo, "contéstele entonces, que lo mismo tenía resuelto decir en todas partes y hacer presente a Vuestra Excelencia, más este señor, para ostentar su soberbia, autorizado unicamente de la fuerza, me ofreció remancharme una barra de grillos con esta misma expresión. Sin responder yo a esto más que lo haría con injusticia. A consecuencia me mandó que fuese a mi cuartel arrestado..."156 El destacado capitán de caballerías Francisco Vergara corroboró las declaraciones de Guzmán, afirmando "que habiéndole ordenado el Gobernador de esta plaza [Vial] que se contuviese en hablar de ese modo de los generales, porque de lo contrario lo haría poner arrestado, respondió [Guzmán] que un ciudadano libre como el podía hablar francamente. Y que inmediatamente el Gobernador le mandó se presentase arrestado..." Hasta ese momento, la única causa para la deserción de Guzmán habría sido la prepotencia con que el general Vial acalló su protesta. Sin embargo, el propio desertor aclaró que el motivo principal de su fuga fue la orden que se le dio de dirigirse, sin escolta, hasta la prisión de la villa, "sin considerar que el camino estaba poblado de guerrillas enemigas y que me exponía a ser víctima de ellas..." En otras palabras, el afán de sobrevivir en un medio hostil, disparó en el oficial patriota la crucial decisión de abandonar las filas y unirse al mundo de los renegados. No está de más señalar que, de acuerdo a otros testigos, en los días posteriores al combate de El Roble, las tropas "se desertaban con escándalo, viéndose, en aquella tristísima época, que compañías enteras con sus oficiales se separaban de los campamentos y se dirigían para la ciudad de Talca..."158
Desertores y pícaros los hubo antes de la crisis de 1810 y después también. Lo interesante, en estos casos, es que los malhechores eran considerados como criminales y fueron castigados tanto por los patriotas como por los realistas. Entre estos se puede citar el caso de Mariano Warnes, acusado de deserción y estafa en abril de 1810. Oriundo de Chiloé, casado y soldado del Batallón fijo de la plaza de Valdivia, Warnes reconoció ante las autoridades que había mandado guardar a un pulpero veintecinco pesos, "los que adquirió de unas botijas de chicha que vendió en su casa y unas botellas de aguardiente"159. Interesadas las autoridades en averiguar si el dinero había sido robado, el juez procedió a interrogar al cabo Ignacio Jaramillo, quien estuvo presente en la juerga en que Warnes alegó haber obtenido su dinero. "Preguntado si aquella noche Mariano Warnes disipó algún dinero con franqueza en gasto de chicha u otro licor y que si tiene presente a cuanto ascenderá el gasto, dijo: que al contrario, en vez de gastar algún medio, el que declara le franqueó a Warnes y a su mujer una botella de vino y cuanta chicha gustase... porque se guardaba el dinero que sacaba..."160 Sin poder comprobar los cargos levantados en su contra, Warnes fue liberado por las autoridades monárquicas a fines de mayo. Sin embargo, el 20 de septiembre de 1810 fue nuevamente capturado, esta vez bajo la acusación de deserción. Al ser interrogado, Warnes reconoció su delito, pero señaló que lo había cometido sin llevarse nada "perteneciente al Rey"161. El 15 de febrero de 1811, Warnes fue condenado a servir por dos años en el ejército, luego de terminar su enganchamiento, que originalmente era de ocho años.
Mucho más dramática y simbólica fue la deserción y captura de Atanasio Muñoz a mediados de septiembre de 1814. De acuerdo al auto cabeza de proceso iniciado en su contra por el subdelegado de la intendencia y Justicia Mayor de la provincia de Itata, las razones de su captura fueron las noticias que se tenían de los "saqueos robos y salteos ejecutados por Atanasio Muñoz, quien con el mayor escándalo y desprecio a la justicia, se ha ejercitado en estos hechos en compañía de una gavilla de bandidos, y este facineroso de capitán..."162 En su documento, el juez comisionado de Quirihue acusó a Muñoz de haber cometido diferentes muertes, tanto dentro como fuera del partido de Itata, y de haberse fugado de la Cárcel de Chillán, "que por estos hechos y otros semejantes tuvo que sufrirla considerable tiempo y desertor del ejército nacional"163. La doble deserción de Muñoz no era un hecho raro durante esos días. Cuando Gaínza y OHiggins capitularon la paz en 1814, el segundo reforzó su ejército "con los infinitos prisioneros que le entregaron [los españoles] y con los desertores del enemigo, que eran muchos"164. Juan Mackenna, al describir las escaramuzas que tenían lugar con los realistas por el control de Chillán, manifestó que la mayor parte de los prisioneros capturados "fueron desertores, los más del Batallón de Concepción"165. Sin embargo, a diferencia de esos hombres, que eran reenganchados en las filas de sus regimientos, el destino de Atanasio Muñoz quedó rápidamente sellado en el juicio, debido a las acusaciones de sus víctimas. Juan Pablo de Meza, hacendado de la Villa del Dulce Nombre de Jesús de Quirihue, dio el siguiente testimonio que deja en claro las intenciones de Muñoz y sus secuaces y el monto usual de sus robos. "Que es cierto y se ratifica que el Viernes dos del corriente en la noche, estando en su casa con su familia, horas del primer sueño, llegó un tropel de gente a caballo tocando la puerta, haciendo que se levantase el que declara; efectivamente lo verificó abriendo su puerta, y mientras los de afuera dentraron en amarrarlo cruelmente de pies y manos y vendarle los ojos, que fue instantes, contó nueve o diez individuos, entre ellos Antanasio Muñoz, que andaba con fusil y un viejo alto. Y habiendo estos tomado la providencia de amarrarlo y vendarle los ojos, dentraron a saquearlo del que le llevaron: Una espada con puño de plata, Un avío de montar de suela, nuevo, con cincha y sudaderos, La plata, Un avío aforrado, Tres pares de espuelas, una de plata y dos de metal, Cuatro pares de zapatos, cuatro pares de medias de lana, Una camisa de gasa labrada, Tres sombreros negros y dos ponchos, Cinco camisas de tocuyo de mujer, Un par de calzoncillos de tocuyo, Una camisa de tocuyo con mangas de lienzo, Un cordovan de capado, Unos manteles de tocuyo nuevos de dos varas, Una fresa aderezada, Unos reales de plata sellada, ignora el número, Un atapellón, Un pañuelo de gasa, Dos candados, Dos pares de tijeras, Dos varas, una de guimon y otra de cinta de nácar, Cuatro onzas de masano, Tres onzas de añil, Un corte blanco de seda y dos más de sol, Una manta, Y un caballo, Una chaqueta y bolante de sanalí nácar, Un queso grande y una tortilla de lata, Dos cuchillos, Cuya declaración en presencia de los reos dijeron ser todo cierto..."166
Como se desprende de esta lista, todos los objetos robados por Atanasio Muñoz eran vendibles, con excepción del queso y la tortilla. Así, cuando el país se preparaba para una batalla decisiva, Muñoz y sus secuaces realizaban su propia guerra con su tradicional incentivo: el botín que más tarde se transformaría en vino, aguardiente, tabaco y buen pasar. Con sus acciones, los gavilleros demostraban que la guerra de patriotas y realistas, en la cual participaron tantas veces como reclutas forzados, vistiendo diversos uniformes y obedeciendo órdenes tan distintas, les era ajena. Ciertamente, su camino de renegados lo habían trazado al abrigo de la violencia, con sus propios cuchillos, sin importarles las leyes ni los reglamentos que las autoridades procuraban implantar en la campiña, arriesgando su existencia en el duro devenir de los perseguidos. De lo que no quedaba duda era de la decisión con que estos hombres emprendían sus acciones, dispuestos a matar o morir, sin dar tregua ni cuartel.
El robo y la depredación eran parte de los delitos que se achacaron a los milicianos comandados por Atanasio Muñoz. Mucho más graves fueron las acusaciones de insubordinación que se levantaron en su contra basadas en las declaraciones de sus propios secuaces. Su sobrino, Mariano Muñoz, quien le acompañó en sus andanzas por el partido de Quirihue, declaró: "Es cierto que en compañía de Antanasio Muñoz, su tío, Mauricio Mora, Bernardo Agurto, Dámaso Corral y Domingo Araya, que el Domingo último salieron de Cucha-Cucha formados en un cuerpo y de capitán Atanasio Muñoz... se vinieron robando caballos y yeguas mansas por el camino, no las puntualiza con todas sus circunstancias por ignorar a quien pertenecían y no conoce las estancia. Que sabe y le consta que Atanasio Muñoz, tío del que declara, era militar en el Ejército Nacional, de donde desertó, ganándose al insurgente, después de haber sufrido declarada prisión en Chillán, de donde se profugó. Que oyó decir que el motivo de esta prisión en Chillán fue por haber violado a unas niñas vivientes de esta parte del Itata, que ignora como se llaman y a qué lugar pertenecen..."167
El largo expediente de delitos conformaba el perfil de un nuevo sujeto histórico que, acunado en el fragor de una guerra extraña, comenzó a desplegar sus habilidades guerrilleras sin las limitaciones que imponían la sujeción a un orden jerárquico. Sin tener a nadie a quien responder más que a su propia conciencia, Muñoz asumió totalmente su identidad más vernácula. Esteban Fonseca, regidor de Chillán, declaró contra el jefe de la incipiente montonera fronteriza: "Que conoce de vista a Atanasio Muñoz, como de año y medio a esta fecha, que ha oido decir que es hombre de muy mala conducta, que cuando le han confiado algunas diligencias siempre ha hecho picardías y que es tenido en el común de las gentes y reputado por ladrón consuetudinario y salteador..."168 Del mismo tenor fue la declaración de Francisco Urrejola, coronel graduado del ejército del Rey, quien manifestó "que conoce a Atanasio Muñoz por un hombre ladrón consuetudinario, incorregible, y de muy mala conducta..."169 Casi un año más tarde, el comandante realista Juan Francisco Sánchez, con fecha de 23 de junio de 1815, escribió una carta al Presidente Mariano Osorio en la cual ratificó el perfil de rebelde que trazaron previos testigos. "Muy Ilustre Señor Presidente.
Este hombre feroz y aún traidor, por haberse pasado a los enemigos más de una vez, según me informaron en Chillán, y me acuerdo dio lugar por sus robos, insultos contra comandantes de guerrillas, borracheras, etc., abusando de las armas reales que manejaba, a que cautelosamente le mandase a arrestar, como lo verificó un oficial de Dragones, nombrado también Muñoz, que me persuado hallarse de guarnición en Concepción.

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