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lunes, 30 de enero de 2012

Foro debate sobre temas tratados en clases.


Aquí les planteamos una pregunta a la que ustedes deben contestar e base a los contenidos vistos en la clase.

¿En Chile que se da primero, el estado o la nación?

Pautas de evaluacion.


La siguiente pauta tiene por objetivo ver el real alcance y participacion de los alunmnos en el uso de las herramientas digitales.
Para dicho asunto se evaluara lo suiguiente.

PAUTA DE EVALUCION DEL GRUPO DE FACEBOOK.

1. El alumno debera comentar todas las fotos subidas al grupo.
2. los almnos deberan leer los textos y formar una opinion. dicha opinion sera evaluada.
3. Los alumnos deberan formar grupos, realizar una presentacion sobre el texto que elijan, sumando a el informacion y realizando un trabajo de investigacion escrito.

PAUTA DE EVALUCION DEL BLOG.

1. Los alumnos deberan leer y realizar una critica del texto la cual sera evaluada.
2. El curso debera debatir sobre los textos.
3. Se haran preguntas las cuales deben ser contestadas y enviadas a los correos de os profesores.

INDEPENDENCIA Y BAJO PUEBLO

El quiebre del orden constitucional que se produjo a partir de 1810 no motivó a las grandes mayorías nacionales a sumarse a la gesta emancipadora, simplemente porque el reemplazo de las viejas normativas no transformó en nada la actitud antipopular de la elite. Por el contrario, cada paso que dieron los patricios de la época fue dirigido a resguardarse de un inesperado ataque popular. Así, al fundamentar los motivos que tuvieron para derrocar al gobierno de Antonio García Carrasco, los concejales del Cabildo santiaguino se refirieron a las acciones de "un vil mulato [que] salió proponiendo libertad a los esclavos, como sostuviesen al presidente..."9 En el mismo Acuerdo, los ediles daban cuenta de los temores que les mantenían en vilo: "ya que se armaba la plebe para que saquease la capital; ya que aparecían escuadrones de gentes de las campañas". ¿De dónde provenía este nefasto concepto de la gente pobre? Sin duda que la respuesta a esta pregunta escapa de los marcos de este trabajo, pero no se puede ignorar que el trasfondo del proceso histórico que tuvo lugar durante ese período fue teñido por el terror que inspiraban a los patricios la inmensa masa de hombres y mujeres de piel cobriza que desde el anonimato hacían sentir su presencia en la escena nacional. Por su parte, los plebeyos siguieron las banderas que levantaron las autoridades, sin importarles demasiado si eran republicanas o monarquistas, porque para ellos era muchos más efectiva la fuerza del fusil, la atracción de la aventura o el afán por obtener un botín. Militarmente, sin embargo, su participación en uno u otro ejército, fue decisiva. Juan Mackenna, el prestigiado militar irlandés que prestó servicios en el ejército patriota durante esta época, escribió con crudeza cuando se refirió al exitoso avance de los españoles comandados por Gaínza en 1813: "Verificose la invasión, y se vió con asombro e indignación un puñado de chilotes y valdivianos apoderarse, sin cuasi tirar un tiro, de todo el reino hasta la orilla del Maule". Desde el sur, el bajo pueblo fronterizo marchó bajo los estandartes monarquista, a diferencia de los peones de Chile central que fueron reclutados forzadamente. En lo que sí coincidían los comandantes de ambos bandos fue en considerar el enrolamiento del peonaje como un asunto natural, sin apreciar la naturaleza de los hombres que se encargaron de llevar a los campos de Marte. "Estos cuerpos", observó el comandante realista Antonio de Quintanilla al describir los contingentes de milicianos que se sumaron a las tropas de Pareja cuando se dirigía hacia Santiago, "sin disciplina, instrucción y sin más armas que unas lanzas de coligües, aunque con buenos caballos, más servían de confusión y desorden que de utilidad".
El inesperado giro que asumió la guerra una vez que los realistas decidieron reconquistar sus perdidas posesiones, enajenó aún más la participación de las clases populares, especialmente cuando los peones se vieron forzados a disparar sus armas contra sus propios hermanos. La virtual guerra civil producía espanto, divisiones y anarquía. A ello se sumó el creciente caos político que provocó la ruptura entre diferentes fracciones de la elite y su innata tendencia a debatir los más afiebrados proyectos políticos, proyectando una imagen de desconcierto y falta de autoridad. "Todos se creían gobernantes", escribió con amargura Manuel José Gandarillas algunos años más tarde, "y ninguno quería ser gobernado"11. No sin razón, un testigo realista de la época describió a los líderes de la insurrección patriota como "mandones e ilusos"12. De igual forma, el virrey Abascal denunció en abril de 1813 a los jefes patriotas como un grupo reducido de "egoistas que abrigando ambiciosos planes de mando, encendían en su patria las rivalidades y partidos, llevándola a la ruina y desolación..."13. Al capturar la ciudad de Santiago, el 5 de octubre de 1814, las autoridades monarquistas continuaron desprestigiando a los líderes de la emancipación, a quienes describieron con los epítetos de "almas inquietas, ambiciosas o alucinadas... quiméricos... monstruos de iniquidad... ambiciosos y tumultuarios".
El creciente desprestigio del liderazgo patriota y el colapso de las antiguos mecanismos de control social, proporcionaron al peonaje la oportunidad para desplegar su crónica insubordinación, su espíritu pícaro y su crónica falta de respeto. "A más de la escasez de bagajes", escribió en su Diario de campaña el mayor general Francisco Calderón al describir el desplazamiento del ejército de OHiggins hacia Concepción a mediados de marzo de 1814, "uno de los arrieros se llevó en la noche 15 mulas"15. Que la víctima principal de este atentado haya sido una de las máximas autoridades del gobierno nacional demuestra la descarada conducta que asumió el populacho frente a quienes, en su opinión, no dejaban de ser meros caudillos. "Estos milicianos del campo", escribió el letrado cronista José Rodríguez Ballesteros, "son propios para las armas, y por naturaleza buenos soldados para campaña, pues su clase conserva la sangre araucana..."
¿Por qué el bajo pueblo chileno decidió marginarse del enfrentamiento que dividía a la aristocracia? Diversos autores coinciden en describir la ausencia de reformas sociales, políticas o económicas que modificaran las condiciones de vida del bajo pueblo durante la administración borbona. Por el contrario, como han demostrado investigaciones recientes, la modalidad del trabajo forzado a ración y sin sueldo fue mucho más que un símbolo de los nuevos aires autoritarios que soplaban en los pasillos del gobierno imperial: en medio de un riguroso proceso de persecución, vigilancia y castigo, los pobres de la ciudad y la campaña conocieron, a partir de 1750, el celo persecutorio de los jueces de campos y de los Alcaldes de Barrio "La estructura social", escribió John Lynch, "estaba construida en torno a la tierra, poseída por una minoría afortunada y trabajada por una masa de miserables"18. La revolución de 1810 tampoco representó ningún gran cambio. La abolición de la esclavitud, la eliminación del sistema de castas y la instauración de un régimen formal de igualdad ante la Ley, no significaron mucho para la gran mayoría de los chilenos, porque no extinguieron los mecanismos estructurales que habían gestado la miseria y que obligaba a la mayor parte de la población a vivir como gañanes, afuerinos y temporeros. Para el bajo pueblo, la ruptura iniciada por la elite solamente significó un cambio en la administración del país y una consolidación de los mecanismos de exclusión que se habían perfeccionado en las pasadas décadas. A nivel local, en el microscópico mundo de estancias y villas, los terratenientes continuaron ejerciendo ferréamente la autoridad, sin permitir que la revolución política transformara de manera alguna el antiguo modelo señorial. Tampoco permitieron que prosperara un espíritu de reforma social, si bien se alzaron voces tímidas que denunciaron las lacras de la dominación colonial demandando más justicia y equidad en el trato que se daba a los grupos populares. "La pobreza extrema, la despoblación asombrosa, los vicios, la prostitución, la ignorancia y todos los males que son efecto necesario del abandono de tres siglos", afirmó Manuel de Salas en su conocido Oficio de la Diputación del Hospicio, "hacen a este fértil y dilatado país la lúgubre habitación de cuatrocientas mil personas, de las que dos tercios carecen de hogar, doctrina y ocupación..." Arruinados, sudando sangre, extenuados, miserables y desarraigados, los labradores, artesanos, mineros y jornaleros se enfrascaban en los vicios más infames para soportar una "existencia insufrible". "Levantad el grito para que sepan que estáis vivos", argumentaba por su parte el fraile Antonio Orihuela en 1811, en una confusa proclama dirigida a los penquistas, "y que tenéis un alma racional que os distingue de los brutos, con quienes os igualan..."
El bando monarquista tampoco ofreció grandes cambios. "Estos valerosos y sufridos soldados", apuntó a modo de epílogo de la Patria Vieja el coronel realista Antonio Rodríguez Ballesteros, al referirse a los contingentes que engrosaron los ejércitos de Antonio Pareja, Gabino Gaínza y Mariano Osorio, "que abandonaron sus hogares y sus familias y derramaron su sangre en el servicio del Rey, siempre desnudos y llenos de miseria, unos sin brazos, otros sin piernas y todos llenos de contusiones, impedidos totalmente para trabajar en lo sucesivo y para mantener sus mujeres y un crecido número de hijos, fueron inhumanamente despedidos del servicio..." Sin embargo, antes de morir o de verse obligados a sobrevivir como pordioseros, siempre quedaba para el peonaje la posibilidad de fugarse o desertar, dejando en los comandantes el amargo sabor que causa la traición en el campo de batalla. No sin razón, una de las frases más utilizadas por los comandantes de la época fue señalar que "la mayor parte de las milicias se habían desertado..."
El beneficio que la revolución independentista reportó al bajo pueblo fue prácticamente nulo; peor aún, la liberación del tutelaje madrileño permitió que la aristocracia chilena comenzara a ejercer su poder sobre los plebeyos sin las salvaguardias jurídicas que les había brindado el antiguo sistema monárquico. Así, confrontados con la opción de sumarse a los bandos en pugna, irrumpió el bajo pueblo desempeñando su nuevo rol de desertor o bandolero. Empero, a diferencia de sus ancestros -los vagos, ociosos y malentretenidos que asolaron el campo chileno desde mediados del siglo XVII-, los nuevos tránsfugas portaban armas de fuego, se movían en gavillas o bandas y habían recibido entrenamiento bélico. Muchos eran experimentados arrieros, cuatreros o salteadores, y no pocos habían participado en los feroces malones araucanos que asolaron el mundo trasandino. En común, todos tenían un buen conocimiento del terreno y poseían la habilidad guerrillera para conformar las primeras montoneras populares. Su afán no era solamente sobrevivir en un medio abiertamente hostil, sino desafiar el poder de la elite. Por supuesto, durante la Patria Vieja, este fenómeno se manifestó solamente en su estado embrionario. Alternativamente, y esa fue la posición que asumió la mayor parte del populacho, muchos hombres de la plebe prefirieron permanecer como pasivos testigos de las encarnizadas luchas que protagonizaba la elite. "Grupos de curiosos, compuestos principalmente de hombres del pueblo y de vendedores del mercado público", escribió Barros Arana al describir el enfrentamiento que se produjo en la Plaza de Armas de Santiago entre patriotas y monarquista durante el motín de Figueroa, "parecían esperar llenos de inquietud el desenlace de aquel inusitado aparato militar".

LOS DESERTORES DE LA PATRIA



 ¿Quiénes y cómo eran los desertores? 

La ausencia de datos nos impide hacer una historia más cabal de esos sujetos durante este período, pero el análisis de algunos casos -conservados en los archivos judiciales y ministeriales- permiten realizar un bosquejo del perfil social de estos hombres que optaron por dar su espalda al naciente Estado nacional. El primer caso dice relación con el teniente de asamblea Diego Guzmán, acusado de insubordinación en 1813. El incidente por el cual Guzmán fue encarcelado en la prisión de Talca, fue la amonestación que hizo en público a los generales José Miguel Carrera y Camilo Vial por los desórdenes y robos que se registraban en el ejército y de lo cual, según Guzmán, ambas autoridades eran responsables. "Pero la arbitrariedad del primero [Vial], acaso conociendo adonde me dirigía, me impuso el precepto de callar", declaró el reo, "contéstele entonces, que lo mismo tenía resuelto decir en todas partes y hacer presente a Vuestra Excelencia, más este señor, para ostentar su soberbia, autorizado unicamente de la fuerza, me ofreció remancharme una barra de grillos con esta misma expresión. Sin responder yo a esto más que lo haría con injusticia. A consecuencia me mandó que fuese a mi cuartel arrestado..."156 El destacado capitán de caballerías Francisco Vergara corroboró las declaraciones de Guzmán, afirmando "que habiéndole ordenado el Gobernador de esta plaza [Vial] que se contuviese en hablar de ese modo de los generales, porque de lo contrario lo haría poner arrestado, respondió [Guzmán] que un ciudadano libre como el podía hablar francamente. Y que inmediatamente el Gobernador le mandó se presentase arrestado..." Hasta ese momento, la única causa para la deserción de Guzmán habría sido la prepotencia con que el general Vial acalló su protesta. Sin embargo, el propio desertor aclaró que el motivo principal de su fuga fue la orden que se le dio de dirigirse, sin escolta, hasta la prisión de la villa, "sin considerar que el camino estaba poblado de guerrillas enemigas y que me exponía a ser víctima de ellas..." En otras palabras, el afán de sobrevivir en un medio hostil, disparó en el oficial patriota la crucial decisión de abandonar las filas y unirse al mundo de los renegados. No está de más señalar que, de acuerdo a otros testigos, en los días posteriores al combate de El Roble, las tropas "se desertaban con escándalo, viéndose, en aquella tristísima época, que compañías enteras con sus oficiales se separaban de los campamentos y se dirigían para la ciudad de Talca..."158
Desertores y pícaros los hubo antes de la crisis de 1810 y después también. Lo interesante, en estos casos, es que los malhechores eran considerados como criminales y fueron castigados tanto por los patriotas como por los realistas. Entre estos se puede citar el caso de Mariano Warnes, acusado de deserción y estafa en abril de 1810. Oriundo de Chiloé, casado y soldado del Batallón fijo de la plaza de Valdivia, Warnes reconoció ante las autoridades que había mandado guardar a un pulpero veintecinco pesos, "los que adquirió de unas botijas de chicha que vendió en su casa y unas botellas de aguardiente"159. Interesadas las autoridades en averiguar si el dinero había sido robado, el juez procedió a interrogar al cabo Ignacio Jaramillo, quien estuvo presente en la juerga en que Warnes alegó haber obtenido su dinero. "Preguntado si aquella noche Mariano Warnes disipó algún dinero con franqueza en gasto de chicha u otro licor y que si tiene presente a cuanto ascenderá el gasto, dijo: que al contrario, en vez de gastar algún medio, el que declara le franqueó a Warnes y a su mujer una botella de vino y cuanta chicha gustase... porque se guardaba el dinero que sacaba..."160 Sin poder comprobar los cargos levantados en su contra, Warnes fue liberado por las autoridades monárquicas a fines de mayo. Sin embargo, el 20 de septiembre de 1810 fue nuevamente capturado, esta vez bajo la acusación de deserción. Al ser interrogado, Warnes reconoció su delito, pero señaló que lo había cometido sin llevarse nada "perteneciente al Rey"161. El 15 de febrero de 1811, Warnes fue condenado a servir por dos años en el ejército, luego de terminar su enganchamiento, que originalmente era de ocho años.
Mucho más dramática y simbólica fue la deserción y captura de Atanasio Muñoz a mediados de septiembre de 1814. De acuerdo al auto cabeza de proceso iniciado en su contra por el subdelegado de la intendencia y Justicia Mayor de la provincia de Itata, las razones de su captura fueron las noticias que se tenían de los "saqueos robos y salteos ejecutados por Atanasio Muñoz, quien con el mayor escándalo y desprecio a la justicia, se ha ejercitado en estos hechos en compañía de una gavilla de bandidos, y este facineroso de capitán..."162 En su documento, el juez comisionado de Quirihue acusó a Muñoz de haber cometido diferentes muertes, tanto dentro como fuera del partido de Itata, y de haberse fugado de la Cárcel de Chillán, "que por estos hechos y otros semejantes tuvo que sufrirla considerable tiempo y desertor del ejército nacional"163. La doble deserción de Muñoz no era un hecho raro durante esos días. Cuando Gaínza y OHiggins capitularon la paz en 1814, el segundo reforzó su ejército "con los infinitos prisioneros que le entregaron [los españoles] y con los desertores del enemigo, que eran muchos"164. Juan Mackenna, al describir las escaramuzas que tenían lugar con los realistas por el control de Chillán, manifestó que la mayor parte de los prisioneros capturados "fueron desertores, los más del Batallón de Concepción"165. Sin embargo, a diferencia de esos hombres, que eran reenganchados en las filas de sus regimientos, el destino de Atanasio Muñoz quedó rápidamente sellado en el juicio, debido a las acusaciones de sus víctimas. Juan Pablo de Meza, hacendado de la Villa del Dulce Nombre de Jesús de Quirihue, dio el siguiente testimonio que deja en claro las intenciones de Muñoz y sus secuaces y el monto usual de sus robos. "Que es cierto y se ratifica que el Viernes dos del corriente en la noche, estando en su casa con su familia, horas del primer sueño, llegó un tropel de gente a caballo tocando la puerta, haciendo que se levantase el que declara; efectivamente lo verificó abriendo su puerta, y mientras los de afuera dentraron en amarrarlo cruelmente de pies y manos y vendarle los ojos, que fue instantes, contó nueve o diez individuos, entre ellos Antanasio Muñoz, que andaba con fusil y un viejo alto. Y habiendo estos tomado la providencia de amarrarlo y vendarle los ojos, dentraron a saquearlo del que le llevaron: Una espada con puño de plata, Un avío de montar de suela, nuevo, con cincha y sudaderos, La plata, Un avío aforrado, Tres pares de espuelas, una de plata y dos de metal, Cuatro pares de zapatos, cuatro pares de medias de lana, Una camisa de gasa labrada, Tres sombreros negros y dos ponchos, Cinco camisas de tocuyo de mujer, Un par de calzoncillos de tocuyo, Una camisa de tocuyo con mangas de lienzo, Un cordovan de capado, Unos manteles de tocuyo nuevos de dos varas, Una fresa aderezada, Unos reales de plata sellada, ignora el número, Un atapellón, Un pañuelo de gasa, Dos candados, Dos pares de tijeras, Dos varas, una de guimon y otra de cinta de nácar, Cuatro onzas de masano, Tres onzas de añil, Un corte blanco de seda y dos más de sol, Una manta, Y un caballo, Una chaqueta y bolante de sanalí nácar, Un queso grande y una tortilla de lata, Dos cuchillos, Cuya declaración en presencia de los reos dijeron ser todo cierto..."166
Como se desprende de esta lista, todos los objetos robados por Atanasio Muñoz eran vendibles, con excepción del queso y la tortilla. Así, cuando el país se preparaba para una batalla decisiva, Muñoz y sus secuaces realizaban su propia guerra con su tradicional incentivo: el botín que más tarde se transformaría en vino, aguardiente, tabaco y buen pasar. Con sus acciones, los gavilleros demostraban que la guerra de patriotas y realistas, en la cual participaron tantas veces como reclutas forzados, vistiendo diversos uniformes y obedeciendo órdenes tan distintas, les era ajena. Ciertamente, su camino de renegados lo habían trazado al abrigo de la violencia, con sus propios cuchillos, sin importarles las leyes ni los reglamentos que las autoridades procuraban implantar en la campiña, arriesgando su existencia en el duro devenir de los perseguidos. De lo que no quedaba duda era de la decisión con que estos hombres emprendían sus acciones, dispuestos a matar o morir, sin dar tregua ni cuartel.
El robo y la depredación eran parte de los delitos que se achacaron a los milicianos comandados por Atanasio Muñoz. Mucho más graves fueron las acusaciones de insubordinación que se levantaron en su contra basadas en las declaraciones de sus propios secuaces. Su sobrino, Mariano Muñoz, quien le acompañó en sus andanzas por el partido de Quirihue, declaró: "Es cierto que en compañía de Antanasio Muñoz, su tío, Mauricio Mora, Bernardo Agurto, Dámaso Corral y Domingo Araya, que el Domingo último salieron de Cucha-Cucha formados en un cuerpo y de capitán Atanasio Muñoz... se vinieron robando caballos y yeguas mansas por el camino, no las puntualiza con todas sus circunstancias por ignorar a quien pertenecían y no conoce las estancia. Que sabe y le consta que Atanasio Muñoz, tío del que declara, era militar en el Ejército Nacional, de donde desertó, ganándose al insurgente, después de haber sufrido declarada prisión en Chillán, de donde se profugó. Que oyó decir que el motivo de esta prisión en Chillán fue por haber violado a unas niñas vivientes de esta parte del Itata, que ignora como se llaman y a qué lugar pertenecen..."167
El largo expediente de delitos conformaba el perfil de un nuevo sujeto histórico que, acunado en el fragor de una guerra extraña, comenzó a desplegar sus habilidades guerrilleras sin las limitaciones que imponían la sujeción a un orden jerárquico. Sin tener a nadie a quien responder más que a su propia conciencia, Muñoz asumió totalmente su identidad más vernácula. Esteban Fonseca, regidor de Chillán, declaró contra el jefe de la incipiente montonera fronteriza: "Que conoce de vista a Atanasio Muñoz, como de año y medio a esta fecha, que ha oido decir que es hombre de muy mala conducta, que cuando le han confiado algunas diligencias siempre ha hecho picardías y que es tenido en el común de las gentes y reputado por ladrón consuetudinario y salteador..."168 Del mismo tenor fue la declaración de Francisco Urrejola, coronel graduado del ejército del Rey, quien manifestó "que conoce a Atanasio Muñoz por un hombre ladrón consuetudinario, incorregible, y de muy mala conducta..."169 Casi un año más tarde, el comandante realista Juan Francisco Sánchez, con fecha de 23 de junio de 1815, escribió una carta al Presidente Mariano Osorio en la cual ratificó el perfil de rebelde que trazaron previos testigos. "Muy Ilustre Señor Presidente.
Este hombre feroz y aún traidor, por haberse pasado a los enemigos más de una vez, según me informaron en Chillán, y me acuerdo dio lugar por sus robos, insultos contra comandantes de guerrillas, borracheras, etc., abusando de las armas reales que manejaba, a que cautelosamente le mandase a arrestar, como lo verificó un oficial de Dragones, nombrado también Muñoz, que me persuado hallarse de guarnición en Concepción.

domingo, 29 de enero de 2012

Causas de la independencia de Chile, causas externas e internas.

Para comenzar con el estudio de la independencia de Chile, es necesario que como todo hecho histórico se comienza por realizar un diferenciación entre las causas, el desarrollo y las consecuencias del tema. empezar Para  estudiar este acontecimientos es vital tener claras las causas de este hecho y es lo que primero para entenderlo:

Causas de la independencia.

En relación a las causas es necesario realizar la diferenciación entre las causas externas y las internas, pero sin dejar de lado que ambas se  relacionan.

  1. Causas externas: son las causas que se relacionan de manera indirecta a hecho histórico y que se producen fuera del país pero que de igual forma afectan el desarrollo de los hecho. dentro de esta categoría podemos nombrar :
Reformas Borbonicas: Con el cambio de casa gobernante en España, la administración cambia a la vez y en este contexto se comienzan a ampliar un conjunto de medidas para facilitar la organización de las colonias americanas y entre dichas medidas podemos nombrar la división de varios virreinatos, cambio de casa de contratación de Sevilla  a Cadiz, y la división religiosa de Chile en dos obispados.
Invasión napoleónica: napoleón en su afán de castigar a Portugal por haber desestimado el bloqueo económico impuesto a Inglaterra, decide pedir permiso al monarca español Carlos III permiso para pasar por sus terrenos y castigar a Portugal, una ve en territorio español derroca al rey y toma prisionero a su hijo Fernando VII quien había subido al poder dejando en su lugar a su hermano Jose Bonaparte.
     
       2. Causas internas:  son cauas que se producen dentro de el país.

  • El descontento de los criollos por no poder asumir cargos públicos, el clima de inestabilidad frente a la ausencia del monarca y ademas de la desorganizacion del gobierno, llevo a formar la PRIMERA JUNTA DE GOBIERNO EL 18 DE SEPTIEMBRE DE 1810, dando asi inicio al proceso de independencia de Chile.

Complemento en videos



Complemento para comprender  el proceso final de la independencia chilena.


Complemento para entender a don Diego Portales.


Complemento para comprender La Guerra del Pacifico.


Complemento para la Revolución de 1891.





Links de apoyo a la clase por favor ver y comentar

http://www.memoriachilena.cl/temas/index.asp?id_ut=laguerradelaindependencia.primeraluchaentrechilenos(1810-1818)

http://www.auroradechile.cl/newtenberg/681/article-29666.html